domingo, 20 de mayo de 2012

Una década


Cada vez que me pongo a escribir acá tengo que ensayar una suerte de disculpa por hacerlo cada vez más espaciado en el tiempo. Pero como el calendario impone y la realidad dispone, aprovecho mi insomnio y que son las 5.30 de la mañana de un sábado para ejercer mis derechos literarios, rebelándome un poco de la dictadura familiar que impone tener un hijo de menos de un año.
Esta vez toca sacarle el polvo y las arañas a este blog porque hace hoy exactamente 10 años que llegué a Barajas dipuesto a la aventura de reconducir de mi vida de algún modo, el que fuera capaz de sacarme de esa abulia y desesperanza que se vivía entonces en Buenos Aires.

Hace 10 años Argentina estaba contrariada, contraída y encerrada en un corralito y España vivía en la fiesta de espuma, y se expandia como una burbuja. Las clásicas comparaciones que todo inmigrante hace cuando llega a una tierra de promesas eran del tipo "acá no trabaja el que no quiere", "en un par de meses ya te podés comprar un coche", "acá hasta los inmigrantes tienen móvil, coche nuevo a crédito e hipoteca". Por supuesto que todas estas sentencias son matizables, pero sí la realidad era de ensueño, y era el marco de un viaje mucho más personal y profundo, que en honor de verdad poco tenía que ver con la guita, aunque ese fuera el detonante.
Mira que corrió agua bajo el puente. En estos 10 años cambió bastante el cuento en las dos orillas, al menos económicamente hablando. De aquella debilidad argentina (y latinoamericana) que produjo la agresiva recolonización española, hemos pasado a la también agresiva reconquista, aprovechando la actual debilidad de España. Imprevistamente, se repitió el escenario de mediados del siglo XX, donde una Europa diezmada necesitó la ayuda externa de un plan de crecimiento (Marshall) mientras Argentina disfrutaba la riquezas de haber sido durante años el granero del mundo. Hagan el juego de cambiar los nombres de los actores de entonces y ahora como si de figuritas (cromos) se tratara. En este nuevo viejo contexto no extraña a nadie que muchos argentinos vuelvan y muchos españoles ahora emigren.
Mira que corrió agua bajo el puente. En estos 10 años cambió bastante el cuento también en mi casa. Además de los avatares de mi vida sentimental que no comentaré aquí (sería de mal gusto, lo siento por los chismosos y cotillas, je) la vida de inmigrante ha sido dura en los primeros años. Sigue siendo dura ahora, pero no más que la de cualquier español medio, con lo que podría decir que la empresa, de momento, es exitosa. Tuve que hacer de todo. Cambié de oficio más de una vez, incluso habiéndome dedicado por años a lo mismo que hacía en Argentina. Viví 7 años en Mallorca, pocas personas en este mundo pueden decir que han tenido ese privilegio. Ahora vivo en Alicante, trabajo en Denia y frecuento Valencia, con lo que me puedo considerar muy afortunado por los tres verbos y los tres lugares. He de decir que España me ha tratado muy bien. Los argentinos hemos sido en general "inmigrantes de lujo", porque los españoles nos tienen cierto aprecio, respeto y consideración. Al menos así era antes de las actuales batallitas comerciales, aunque espero que sigan sabiendo distinguir entre un pueblo y cómo gobierna quien les gobierna. Pero una prueba cabal de lo que digo es que este camino ha sido más fácil gracias los amigos que he tenido, en su mayoría, españoles. Algunos se quedaron en el camino, otros en el corazón y otros siguen estando conmigo, formando parte de la "familia" sustituta con la que se convive.

Todos hemos crecido. En España y Argentina. Acá, mi mujer y yo con mi hijo, mi familia política con nosotros y mis amigos con sus hijos. Allá mis padres y tíos ya son más abuelos, mis hermanos y primos son más adultos, y mis sobrinos más digitales. Y claro, hablando de esto, en estos años también la comunicación ha cambiado mucho. Al principio todavía llegué a recibir algunas cartas de papel, escritas de puño y letra. Enviadas con fotos y todo. Son tan entrañables que aún las conservo. Pero ahora, en tiempos de Facebook y Twitter, se han convertido en verdaderos incunables, de colección, diría. En cualquier caso, no cambio aquella comunicación esporádica con esta habitual de mis padres viendo a su nieto por Skipe, ni que yo pueda seguir las andanzas de mis sobrinos por las redes sociales.

Recuerdo que me fui de Buenos Aires sin la real dimensión de lo que estaba haciendo. Sólo ahora que soy padre logro imaginar el dolor de estómago que les produje a mis papás y también a mis hermanos. Quería probar suerte, hacer algo por mi mismo, ser más protagonista de una vida que se me estaba gastando en mirar cómo la vivían los demas. Al principio el riesgo no era tan alto, siempre decía que estaba "a 600 dólares de distancia", que es lo que costaba el pasaje. Y si no me iba bién, volvería. El caso es que no me iba mal, y mi plan ya era volver en un tiempo prudencial después de juntar ciertos ahorros. Pero fue cuando la cosa realmente se torció que decidí quedarme. Ya había pasado demasiado tiempo como para volver con la frente marchita. Y menos mal que me emperré en quedarme porque, poco después, un golpe de suerte hizo que conociera a la que hoy es la madre de mi hijo. Bueno, un golpe de suerte y una pequeña ayudita de mis amigos.


EL TEMA DE HOY: UNA PEQUEÑA AYUDITA DE MIS AMIGOS / LENNON - MC CARTNEY
IMAGEN: INTERECONOMIA.COM