(No más toros en Catalunya)
El Parlament de Catalunya acaba de prohibir las corridas de toros a partir del año 2012, después de siete meses de intensísimo debate que, por supuesto excedió las fronteras de la comundad catalana y se trasladó a toda España. Las posiciones son muy encontradas ya que la tauromaquia tiene aún hoy día mucha afición popular y como contrapartida, la sensación de espectáculo brutal que existe fuera de España va ganando cada vez más adeptos en las nuevas generaciones, cada vez más sensibilizadas en el respeto al medio ambiente y por consiguiente, a los animales.
La "fiesta nacional", como no dudan en llamarle los aficionados a los toros, y particularmente los políticos conservadores y los participantes del negocio (toreros, ganaderos, empresarios, administradores de las plazas, escuelas de tauromaquia, periodistas especializados, etc.) tiene más aceptación en algunas comunidades que en otras. Mucha en las Castillas, Andalucía, Comunidad Valenciana, Navarra, Madrid. Mucho menos en Catalunya, Galicia, Asturias, Baleares (Mallorca, Menorca, Ibiza). Nula en las Canarias, donde están prohibidas ya desde hace veinte años. Y también hay corridas de toros en Portugal, México, Colombia, Perú, Francia. Hay una versión incruenta (sin picar ni dar muerte al toro) que exportaron los portugueses a California y se llegó correr en las Vegas.
No hay que perder de vista que este es un negocio muy extendido, que incluye espectáculo vivo, televisión, diarios, turismo. La cría de toros de lidia es por y para esto, de otro modo no existiría. Y que los toreros con sus relaciones de novias, esposas, ex-esposas y amantes son la carne más sabrosa de los programas de cotilleo (chimentos). O sea, muchos puestos de trabajo. Y por otro lado, hay que reconocer que un buen torero en su faena tiene un arte y un refinamiento que no se llega a ver en otro tipo de espectáculos con animales como la doma de potros, aunque tenga los índices similares de bravura y peligrosidad. De ahí que su popularidad no sólo esté en la plebe, sino que también tiene un público experto y refinado, cuya exigencia es comparable a la de los cantantes de ópera.
Pero en España la cultura taurina no se acaba en las corridas de la plaza de toros y los encierros de Pamplona, que es lo que más se conoce desde el exterior y promueve banderitas, camisetas y pines con motivos como el del dibujo que ilustra este post. En los pueblos hay todo tipo de fiestas que incluyen toros, por ejemplo aquí en la Comunitat Valenciana los "bous al carrer", los "bous a la mar" o los "toros embolados". La gente ha nacido con esas fiestas y llevan a sus hijos a ellas, con lo cual de algún modo la tradición perdura. Y aquí está el meollo del asunto: como están acostumbrados a verlo no les produce la repugnancia de quienes no hemos nacido con ello. Si estás acostumbrado a degollar un cerdo o cuerear una vaca para comértelos como sucede en el campo no te produce repugnancia el cuchillo, pero en la ciudad, el bife o la tira de asado tiene que venir cortada, limpia y con forma de comida, no de cadaver de animal diseccionado.
Este es justamente, el argumento principal de los taurinos. Que el animal sufra para que te zampes un asado entre pecho y espalda por puro placer está bién, pero la corrida de toros esta mal? No deja de tener lógica, aprovecha el argumento de la igualdad hacia los animales en contra. Con lo cual sólo podría criticar la fiesta un vegetariano. Y el segundo argumento más utilizado es que como los toros son parte de identidad cultural de España, Catalunya, por diferenciarse, los prohibe. La politización del problema degrada el problema. Como ven, el asunto es bastante complicado.
Hay muchos, muchísimos españoles que se averguenzan de que esto sea parte de su identidad. También es cierto que en Catalunya sólo quedaba activa una plaza de toros (La Monumental de Barcelona), con lo que realmente pocos catalanes van a los toros. También hay mucha gente que, no sin cierta vergúenza, siente un regustito de revancha cuando un toro "coje" al torero. Más aún cuando el toro no sale al ruedo como es naturalmente, antes se lo pica para enfurecerlo y de paso cansarlo y atontarlo un poco, porque una bestia enfurecida en toda su plenitud se comería al torero, los banderilleros, la plaza y toda su puta madre.
A mi no me gustan los toros. Al principio me agradaban los encierros de Pamplona, porque no se puede tocar al toro y hay que tener unas pelotas bastante grandes para ponerte a correr delante de una manada de toros bravos. Pero cuando me enteré que después esos toros van a la plaza y a las corridas de la tarde se me fue toda la onda. No encuentro motivos suficientes (y eso que expuse unos cuantos) para que en pleno siglo XXI sigamos con el circo romano de los toros. No es simplemente que se los mate o maltrate, porque es cierto que cuando me como un bife, la vaca no está contenta. Pero me parece tan vulgar celebrar que un tipo se pavonee (cancheree) delante de un toro medio atontado para que el placer sea ver cómo se lo mata. Esto nos envilece. Es como la riña de gallos, algo que de alguna manera debemos superar.
Prohibiendo? Tuve mis dudas, porque en definitiva, si es cierto que la fiesta se va muriendo sola, poco a poco, generación tras generación, tal vez prohibir genere resentimientos que sólo aumenten las ganas. Pero no creo que un moviento tan lucrativo se deje morir sin más, no se quedarían de brazos cruzados. Sería ingenuo creer que esto se muere solo. Creo que ha sido una decisión valiente y arriesgada. Los gobiernos que asumen costes políticos, por un futuro mejor que ahora mismo no todos pueden comprender se merecen mi respeto.
TEMA DE HOY: VULL SER TORERO (YO QUIERO SER TORERO) - ALBERT PLA
